Gränna, pequeña población con poco mas de 2000 habitantes fundada en 1652, es la típica localidad sueca constituida por hermosas casas de madera. En este lugar nace en 1854 Salomon August Andrèe, ingeniero y físico por el Real Instituto de Tecnología o Kungliga Tekniska Högskolan de Estocolmo y futuro director del Instituto Técnico de Patentes de Inventos. Pero no es su formación la que le dará fama, sino su caracter aventurero, soñador y apasionado. Apasionado de la técnica, los nuevos inventos, la aeronáutica y las regiones polares.
El siglo XIX es conocido como la época heróica de las expediciones polares ya que las inhóspitas y peligrosas regiones árticas se veían entonces como retos a la técnica y la osadía humanas pero fácilmente superables con la correcta elección de materiales y personas.
Fruto de la pasión y creencia desbordada de Andreè en la técnica, se decidió junto con Knut Frænkel (ingeniero que viajó a París a estudiar el vuelo en globo en 1897) y Nils Strindberg (joven que también viajaría a la ciudad francesa tan solo un año antes) a entrar en la historia de las más osadas, arriesgadas y a la vez inconscientes exploraciones árticas.
Andrée, pionero de la navegación aerostática, entusiasmará a la sociedad sueca con el plan de su viaje: partiendo del archipiélago de las Svalbard sobrevolaría el Polo Norte hasta llegar a Rusia o Canadá. ¿Con qué medio de trasporte?: Un aerostato de hidrógeno.
Ya en 1709 el jesuita Bartolomé Lorenzo de Gusmao consiguió elevar en el aire su artefacto ”Passarola”, una góndola volante con aspecto de ave. Sin embargo, habrá que esperar al año 1783 para que el inventor, científico y matemático francés Jacques Charles consiguiera elevar un globo aerostático hasta los 1000 metros de altura.
Los aerostatos de Hidrógeno fueron muy populares hasta la aparición del vuelo con motor, momento en el que su uso se verá drásticamente reducido, en gran parte debido a la peligrosidad que suponía el gas inflamable que los hacían elevarse livianamente siguiendo el principio de Arquímedes.
Andrèe se decantó por este método para su aventura, enamorado de los globos aerostáticos, en 1893 compraría su propio globo, el Svea. Con él recorrería un total de 1500 km al sumar todos sus viajes.
Para controlar el globo inventó un método que consideraba efectivo: Los cables de arrastre.
Éstos, eran pesados cables que arrastraban por tierra mientras el globo volaba a merced del viento. Su función consistía en impedir, gracias a su peso, que el globo alcanzara la velocidad del viento circundante controlando así el aparato. Sin embargo, este fué uno de los errores que lo llevó a perecer junto a sus dos compañeros. Ni cables ni velas eran efectivos, por lo que el globo era básicamente una nave a merced del viento y la meteorología.
Convencido de la efectividad de su sistema y del acierto del viaje en globo, comenzó su aventura ártica.
El 11 de Julio de 1897 desde la isla de Danskøya, perteneciente al archipiélago de las Svaldbard y con viento sostenido del sudoeste se decidieron a partir con un nuevo globo, “El Águila”. El equipo de tierrá cortó los amarres y el aparato comenzó a surcar los cielos.
No habían pasado unos minutos cuando comenzaron los problemas. Los pesados cables de arrastre tumbaron la canasta sobre el agua, por lo que se vieron obligados a cortarlos y a soltar casi 210 kg de lastre.
Con muy poco peso y con una nave convertida en incontrolable, ascendieron a 700 metros de altura, algo que no estaba recogido en ninguno de los planes y tras dos dias vagando por los cielos aterrizaron, al parecer, suavemente sobre la banquisa (capa de hielo marino que se forma sobre el oceano en las zonas polares durante el invierno).

Recorrido a la deriva del globo, en línea continua. El resto del viaje, a pié y dirección sur, en línea discontinua
Desde el momento en que los aventureros tocaron tierra no hubo posibilidad de remontar el vuelo debido a la pérdida de Hidrógeno del globo. Durante tres meses sobrevivieron al hielo ártico provistos de camaras fotográficas, diarios, rifles, zapatos de nieve, trineos, esquíes, una tienda y un pequeño bote, pero el Ártico es un lugar cruel.
Las causas de la muerte de los expedicionarios permanecen envueltas en un halo de misterio ya que a pesar de encontrar los cuerpos, fueron inmediatamente cremados.
La tentativa a lo Julio Verne de S. A. Andrèe permaneció en el recuerdo de los suecos como la de un aventurero y amante de una aeronáutica en ciernes en cuya desbordada creencia encontró su perdición.

Foto de prensa de 1930, año en que se encuentran los cuerpos y se trasladan a Estocolmo entre manifestaciones de duelo nacional
En última instancia, André justificó las palabras de Luis de Saboya:
“A las regiones árticas no deben acudir sino hombres bien preparados y resueltos; aquellos que marchan a la ligera y confiando demasiado en sus fuerzas habrán de arrepentirse amargamente.”
www.VueloyVela.com
Bibliografía:
https://andalurciainformacion.es/andalucia/651001/el-avion-que-invento-gusmao-en-1709/
http://ku-prism.org/polarscientist/andreemystery/andreeindex.html
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Expedición_ártica_de_Andrée
https://www.newyorker.com/magazine/2010/04/19/the-ice-balloon
http://www.sc.ehu.es/sbweb/fisica/fluidos/estatica/arquimedes/arquimedes.htm